Se aproxima la V Jornada de Temáticos de Colegio Estudios Analíticos.  En esta oportunidad estaré presentando un trabajo que surgió a partir de un interrogante en mi análisis durante el 2020, lo que motivó que Silvia Conía me sugiriera leer el libro Política Lacaniana de Jacques-Alain Miller. Allí plantea que Lacan señaló la política freudiana originaria de la IPA como: la distribución de los anillos; y nos invita, a quienes nos interesa la historia del psicoanálisis, a leer un libro de Phyllis Grosskurth sobre los siete anillos. Este libro tiene por título The Secret Ring. Freud´s Inner Circle and the Politics of Psychoanalysis. Se trata de un texto de valor histórico, pero centrado en lo imaginario y con una lectura muy sesgada de Freud.

De cualquier manera, esta lectura derivó en un recorrido bibliográfico que me permitió conocer la existencia del Comité Secreto fundado en 1913 por Freud y sus discípulos más cercanos y su sistema de correspondencia circular llamado Rundbriefe. Pude consultar algunas de estas cartas en la Universidad Columbia en el 2023. A sugerencia de Laura Bosco me focalicé en aquellas escritas entre 1921 y 1925 ya que no existía traducción al español aún. En marzo de este año, en el Temático Problemas de traducción en psicoanálisis, y en el marco de trabajo con Luciano Ducatelli y María Emilia Pozo, inicié la traducción de las Rundbriefe.

Al ir interiorizándome en las mismas surgía en mí la pregunta ¿qué ha empujado a estos hombres a un trabajo tan minucioso e incansable? Considero que la clave estuvo en el amor de transferencia hacia Freud, al saber inconsciente y a la causa psicoanalítica, y en la transferencia de trabajo (término introducido por Lacan en 1964 en el acta de fundación de la Escuela Francesa de Psicoanálisis), lazo que caracterizó la tarea del Comité Secreto posibilitando la difusión y la transmisión del psicoanálisis hasta nuestros días.

Espero poder transmitir el mismo entusiasmo que produjo en mí este recorrido que se inició con mi transferencia, continuó con la transferencia de trabajo y deja como resultado el escrito que presentaré en estas Jornadas.


Se avecina la V Jornada de Temáticos en Colegio Estudios Analíticos, un encuentro que nos da, una vez más, la oportunidad de escuchar a otros en sus búsquedas investigativas. Búsquedas que pueden contagiar, animar, causar efectos.
El furor pedagógico nombra una de las formas que puede tomar la resistencia del analista. Es un tipo de extravío que guarda íntima conexión con algo que me interesa desde hace tiempo: el superyó.
En la historia del psicoanálisis hubo quienes consideraron que el analista debía ubicarse en ese lugar, como superyó auxiliar o parásito. Esto supone adoptar una posición de maestro. La teoría tuvo auge entre un grupo de anglosajones, por los años 20 y 30, pero puede mantenerse actuante, a veces en el más hondo desconocimiento.
Freud creyó en una función profiláctica de la educación. Incluso, llegó a definir al psicoanálisis como una pos-educación o educación segunda, respecto de una primera (la educación familiar), que habría resultado nociva. Fueron necesarios ciertos movimientos para enterrar estas esperanzas y captar sus límites.
Cuando habló del furor curandis, alertó contra ese entusiasmo exaltado que corre detrás de un ideal –para el caso, la salud–. Extrapolado al terreno pedagógico, sería la apuesta por un ideal correctivo. Ambas tendencias aparecen siempre respaldadas por el discurso del bien, del que Lacan supo advertir sus trampas. ¿Qué entraña la acción correctiva, más allá de su bienintencionada apariencia?
Contamos con algunas pistas: el superyó está en las antípodas del deseo. Envía al sadismo, a la ferocidad. Es solidario del concepto de goce.
Sobre este y otros temas, la próxima jornada será ocasión para abrir al intercambio, ¡los esperamos!


En 1937, Freud está enfermo, se acerca al final de su vida. Es un contexto complejo, pronto deberá abandonar Viena y exiliarse en Londres. Aun así, su deseo está muy vivo: continúa investigando, sumergiéndose en lo que todavía merece ser estudiado. Escribe Análisis terminable e interminable. Sin ahorrar detalles, comenta dificultades clínicas y, junto con ellas, un ejemplo de su práctica.

Con las expresiones “intentar tallar una piedra dura” o “moldear un blando yeso”, refleja un tipo especial de casos, especialmente difíciles con respecto a las intervenciones. Los análisis no se detienen, pero la tarea se complica; “igual que con un péndulo”, hay marchas y contramarchas.

Al leer el artículo, me sorprendo con una serie de metáforas y analogías. Por ejemplo, para referirse a la función del analista, su acto y la estricta singularidad que rige ese momento, Freud expresa: “un león solo salta una vez”. A su vez, al considerar el tratamiento a dar a lo pulsional, se pregunta si “el aviso de que deberíamos dejar tranquilos a los perros que duermen” sería conveniente o no. Y para situar qué ha sucedido en la estructuración psíquica, frente a los diagnósticos más complejos, utiliza la comparación con la edición de un libro en el que se sucedieron diversas transformaciones sobre el escrito original.

Esta última, podría ilustrar otras modalidades de división subjetiva más allá de la represión. Ante ellas, Freud nos deja una orientación: “interpretamos solo para nosotros y no para el paciente”.

Dada su agudeza, los textos freudianos constituyen una base para considerar lo que hoy, de un modo más amplio y casi epidémico, se avizoraba en aquella época, aunque tal vez solo en algunos sujetos.

Nos resta, a quienes estamos en este interés, la tarea de continuar con las preguntas y detenernos ante las consecuencias que los cambios de la agitada humanidad de hoy nos arrojan a la clínica.

Sobre algunos puntos aquí comentados, y a modo de notas iniciales, presentaré un trabajo en las próximas Jornadas de Temáticos, los días 17 y 18 de octubre. ¡Los esperamos!