

La interpretación es un tema central en Psicoanálisis. Además de las diferencias entre Freud y Lacan, encontramos divergencias entre autores que inscriben sus prácticas dentro del campo del psicoanálisis. Muchos de ellos han hecho de la interpretación un asunto de técnica. Es lo que venimos estudiando en el temático “Problemas de técnica en psicoanálisis».
Lacan fue modificando su perspectiva sobre la interpretación, que siguió elaborando hasta sus últimos textos y seminarios. Propone una práctica que tiene al acto analítico en su centro, con importantes consecuencias en el modo de concebir el análisis y la función del analista.
La pregunta acerca de los alcances y los límites de la interpretación es una pregunta sobre sus efectos. Una interpretación puede ser un acontecimiento, un antes y un después que cambie el curso de lo dicho. Podemos llamar a ese efecto rectificación subjetiva, deseo de analizarse, apertura del inconsciente, o lo que sea que vaya en una vía favorable al análisis. Pero también nos encontramos con efectos que no van en esa dirección.
Los curiosos “hechos clínicos”, que llamaron la atención a Freud, y a otros como Abraham o Ferenczi, son aquellos en los que se presentaban reticencias o resistencias “a la curación”. Freud lo consideró “una reacción trastornada ante los progresos de la cura” y le dio un nombre: reacción terapéutica negativa. Se trata de una reacción paradojal. Ante la expectativa de una mejoría de los síntomas (detalle que a Freud no se le escapaba, en especial si esa expectativa era del analista) el paciente empeoraba, retenía “cierto grado de padecimiento”.
Freud enmarcó esta situación en la transferencia y la remitió a un punto mudo y moral: el de la necesidad de castigo, producto del sentimiento inconsciente de culpa. Localizó allí los efectos del masoquismo moral. Efectos que ponen en evidencia la vinculación entre culpa y masoquismo, cuyo testimonio encontramos en la propia vida de las personas.
Freud ubicó algunos obstáculos: la inaccesibilidad narcisista, la actitud negativa ante el análisis, y lo que llamó “la ganancia de la enfermedad”, a la que el padeciente se aferraba. Esas vías trazadas por Freud nos introducen en el corazón del problema: lo real del síntoma, el goce.
Lacan extrajo de esta experiencia clínica freudiana consecuencias estructurales. Entendió la reacción terapéutica negativa como un hecho de masoquismo primordial: “ese algo que en la vida puede preferir la muerte”. Se trata para Lacan del problema del mal, la pulsión de muerte. En la insistencia repetitiva, “el síntoma vuelve a brotar como mala hierba”.
Lacan nos advierte en La Tercera que el analista puede hacer proliferar el síntoma, nutriéndolo de sentido. Entonces, si no se trata de alimentar al síntoma con sentido, ¿a qué apunta la interpretación?
Seguiremos conversando sobre estos temas en la próxima Jornada de Temáticos, el 20 y 21 de octubre, en Colegio Estudios Analíticos.

El psicoanálisis con el descubrimiento del inconsciente ha dado al sujeto un lugar muy particular, produciendo una revolución en el estudio de la subjetividad. En la época de Freud, el discurso social reprimía a la sexualidad. Los conflictos psíquicos producían síntomas que dieron lugar a la histeria como entidad. Actualmente los cambios sociales generados por el avance de la tecnología y la inmediatez, el empuje al consumo, los cuestionamientos sobre el género, el rechazo a la historicidad y otros fenómenos, impactan en la subjetividad de modo tal que los síntomas que se presentan en la clínica hacen reformular las estructuras en su sentido clásico.
En la revista ABC nro 5 Cosenza en su artículo Hacia una clínica del exceso: síntomas contemporáneos y la orientación analítica a lo real, articula la estructura del discurso en Lacan, más precisamente el discurso capitalista, con la ilusión del capitalismo que lo funda. Tal ilusión plantea la creencia de que es posible disponer de cualquier objeto del mercado junto al llamado imperante a la satisfacción, deja oculto lo que se pretende obturar, la pérdida estructural y la dimensión de lo imposible. El autor cita “El malestar en la cultura” donde Freud señala que la entrada del ser humano en la civilización implica un precio a pagar. Vale decir, siempre que se acepte perder parte de la satisfacción, el sujeto se podrá dar lugar en la sociedad y en el discurso.
Esto ubica en el centro de la clínica las consecuencias de la dificultad de la experiencia de pérdida de objeto que deja al sujeto expuesto a una satisfacción sin regulación simbólica.
En la misma revista ABC, Manuel Ramírez en su artículo La raíz del síntoma, una clínica del exceso, plantea lo ya formulado por Miller: una clínica en la que la discontinuidad de estructura entre neurosis y psicosis se organiza en una continuidad. Lo destacable es la manera en la que cada uno se las arregla con un real inicial, un goce alrededor del cual se ha constituido. Trabajar con ese exceso exige revisar la práctica del psicoanálisis.

Lacan, en los años 50, designa con el término “incontrovertible” a la obra de Freud sobre el Witz, Lo incontrovertible es por definición aquello que no admite discusión. En este caso a constituir una evidencia del efecto del inconciente. Witz es palabra de ingenio, de espíritu, en especial agudeza. Modos diversos de nombrar un campo extenso de lo que sucede en el hablante al ser tomado por una involuntaria ocurrencia.
Freud inventa una organización y clasificación de los chistes y establece -en la diversidad de sus presentaciones- el comando de las leyes de lenguaje. Las leyes del trabajo del chiste ( Witzarbeit ) apuntan a la construcción de una vestidura, su aspecto formal y una satisfacción placentera; como efecto, la risa del chiste. Risa del oyente que ratifica el logro de una técnica particular.
Dice Lacan en 1957 “ hay cosas que ya no se pueden oír o que habitualmente ya no se oyen, y el chiste trata de hacer que se oigan en alguna parte, como un eco. Para hacerlas oír como un eco, se sirve precisamente de lo que las obstaculiza, a modo de una especie de concavidad reflectora”. Metáfora acústica del inconsciente.
El libro de Freud sobre el Witz requiere de varias lecturas. Se trata de un objeto multifacético que se resiste a ser captado como un saber integral. Entrar a la cuestión por alguno de sus innumerables detalles tal vez permita no ceder a la tentación de anonadarse por la hondura de su descubrimiento. Voy a partir del chiste que cita Freud y que ocupa un lugar particular:
Un pobre se granjea 25 florines de un conocido suyo de buen pasar. Ese mismo día, el benefactor lo encuentra en el restaurante ante una fuente de salmón con mayonesa.
Le reprocha «¿Cómo? ¿Usted consigue mi dinero y luego pide salmón con mayonesa? ¿Para eso ha usado mi dinero?–No lo comprendo a usted – responde el hombre puesto en cuestión;
-cuando no tengo dinero, no puedo comer salmón con mayonesa; cuando tengo dinero, no debo comer salmón con mayonesa. Y entonces, ¿cuándo diablos quiere que coma salmón con mayonesa? “
No se trata de una efectiva repetición de lo idéntico, ni el caso del recurso de la acepción múltiple, el doble sentido, o la iteración de “salmón con mayonesa”. Se trata de un desvío en el proceso de pensamiento. Signo de desconcierto que convive con la sospecha de no estar del todo logrado su efecto de chiste. Si el objeto del chiste es el placer ¿cuál sería en este caso el recurso técnico en las palabras que posibilita su producción? Además podría tratarse de una respuesta lógica, cuando más bien se trata de una respuesta alógica. Esto puede desarrollarse extendiendo la cuestión a las relaciones entre el sentido y el sinsentido en el chiste.
¿A qué cosa se dirige su particular respuesta al reproche?,¿Qué otro sentido resuena en el malentendido de su respuesta? ¿Que “tendencia” satisface en secreto ?
Este peculiar chiste es citado por Lacan en El seminario 5 Las formaciones del inconsciente. Indagaremos lo que ahí dice y sus alcances. En El efecto sofístico (2008) Bárbara Cassin indaga el proceder de Freud al situar este chiste en el grupo de los chistes tendenciosos que velan a la vez que vehiculizan su intención cínica.
Dice Cassin “el proyecto freudiano consiste, en resumidas cuentas, en extender virtualmente el dominio del sentido, de modo que pueda incorporarse a él lo que siempre se consideró, de manera más o menos gravosa, como insensato.”
La Jornada de Temáticos 2023 será oportunidad de presentar un desarrollo de estas cuestiones haciendo del vacío – que propicia la instancia del pasaje al público – una ocasión para la conversación.

Desde sus inicios Freud advirtió la incidencia del trauma en la formación de síntomas y del sufrimiento subjetivo.
A lo largo de sus artículos y correspondencias con colegas y discípulos, podemos seguir la serie de detallados interrogantes que acompañaban la investigación sobre este tema. En medio de un contexto donde se advierte su fuerte decisión por transmitir y defender los postulados de la nueva disciplina que se encontraba fundando, llegaba a su consulta un caso que con el tiempo pasaría a llamarlo el Hombre de los lobos. Historial apasionante que dejó a Freud pensando, entre otros temas, sobre la hipótesis de la marca que le habría producido a este joven ruso una escena vista en sus primeros años de la infancia. Por la complejidad que el caso representaba continuó mencionándolo hasta en sus últimos artículos, repensando las intervenciones que había llevado a cabo en la dirección de dicho análisis.
En medio de su incansable investigación, sobre el final de su obra, Freud fue subrayando la importancia del trauma de nacimiento, sobre todo en su vinculación con la angustia. O sea que, además de los acontecimientos traumáticos que suceden en el transcurso de la vida, iría delineándose otra dimensión del trauma.
Años más tarde, en 1946, durante la apertura de las Jornadas de Psiquiatría en Bonneval, J. Lacan pronuncia su discurso Acerca de la causalidad psíquica. Allí refiriéndose al Estadio del Espejo, remarca como uno de los puntos más geniales de la intuición freudiana, el haber captado que en las manifestaciones repetitivas de los juegos de ocultación infantiles yace “una primera onda estacionaria de renunciamientos que va a escandir la historia del desarrollo psíquico”. Carácter iterativo que alude a tiempos fundantes y originarios ligados al trauma de nacimiento y al destete.
En el presente año, tal como lo destacan Gabriel Levy en su Curso de Enseñanza Anual y María del Rosario Ramírez en el Seminario El duelo y la melancolía, no hay nacimiento subjetivo sin la intrusión del Otro, con su acción específica del lenguaje. De este encuentro, luego de dicha aspiración y posterior asfixia inicial, se desprenderá un grito como señal de la primera e inaugural pérdida. Opacidad extraña a ambos que siempre albergará un enigma a partir del cual comenzará a girar y a ordenarse el movimiento del sujeto.
Posición frente al enigma de la pérdida que Freud captó desde Proyecto de Psicología para neurólogos y nunca abandonó; posición que distancia a la práctica del análisis de otras prácticas y que Lacan en el Seminario VII, muy acertadamente llamó una “intuición inicial, central, que es de orden ético”.